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viernes, 4 de abril de 2014

Dejar ir lo debido.

 Es imposible retroceder el tiempo, todos lo sabemos; sin embargo, nos lamentamos día a día por haber tomado una decisión errónea que nos marcó y trajo consigo secuelas que no desaparecerán tan pronto, pero entendiendo que la vida no se detiene por nadie, ¿por qué se insiste en ocupar tiempo y energía en un hecho que ya no se puede modificar?
Tuvo sus causas y sus consecuencias, ¡bien! ¿Qué se pretende hacer? ¿Pensar día y noche en lo que pudo haber sido si la elección hubiese sido otra?
 La mejor decisión en ese caso sería dejar ir las cosas viejas y ocuparse por lo que está ocurriendo, no por lo que ocurrió, ni por lo que va a ocurrir.

Cada día trae su propio afán; cada día está formado por pequeñas y/o grandes decisiones.

Tomar agua, por ejemplo, es una decisión.
Si me levanto a tomar agua, puedo resbalar, caer y fracturarme un hueso, pero también puede que sencillamente me sirva un vaso de agua.
Si no me levanto a tomar agua, tendré la desesperante sensación de sed, podría deshidratarme y terminar en un hospital con agujas en el cuerpo.
El punto es que «debo tomar una decisión».
Ahora, imaginemos que elijo ir a servirme un vaso de agua y el resultado sea el primer escenario. No puedo quedarme todo un mes llorando y recordando que no debí haberme levantado, porque... ¡ya pasó! Es un hecho que no puedo modificar, la fractura está ahí. Solo queda esperar el tiempo necesario para estar completamente sana y cuidar por donde camino. De la misma manera ocurre con los grandes problemas que nos quitan el sueño. Si te equivocas, solo queda sacudirte, levantarte y continuar. De eso se trata, de «VIVIR».

Es maravilloso cuando los que aprecian al protagonista del tema, se preocupan y buscan ayudar; muchas veces esa ayuda consiste en un llamado a la reflexión que mantenga sus pies sobre la tierra. La parte no tan agradable es en la que el entorno solo sabe recordarle su error en modo de reproche. Aprendes a vivir con el pasado de tu compañero o te apartas de él, no seas un elemento destructivo que impida su avance emocional.

Siempre existe el deseo de estar de nuevo en ese momento y decidir correctamente, es totalmente normal, pero procura que tu vida no se base en un constante «Si hubiese sido de otra manera...», porque el «hubiese» no es válido, no pasó de ese modo y punto.

Alguien me enseñó que lo único que no tiene solución, es la muerte. ¡Ciertamente!