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martes, 8 de abril de 2014

No mueras sin vivir.


No siempre se aprenden lecciones de la manera más sana y menos dolorosa, y es que hay personas que nacimos siendo tercas y moriremos así. Es como si nos encantara meternos en problemas; en realidad, es que decidimos vivir de acuerdo a «experiencias propias», aunque nos adviertan miles de veces. Solo tenemos la necesidad de explorar el mundo, sentir, palpar...
No importa cuantas veces nos digan que es peligroso o lo que sea; parece que mientras más se nos advierte, nos entran más ganas de descubrir «qué pasaría si...».

Debo reconocerlo, soy de esas personas que se sienten increíblemente atraídas por lo prohibido.

Entiendo que hay cosas con las que se debe ser cuidadoso, pero también tengo muy claro que la vida es sumamente corta como para vivirla por vivir, según las experiencias y advertencias de los que fracasaron al hacer tal cosa.

Hay gente que vive de restricciones, se autolimitan; gente que camina diariamente dentro de lo rutinario, como muertos andantes, sin darse cuenta de que están desperdiciando miles de momentos, encuentros... ¡Gran parte de su vida!

Si resbalas y caes en el lodo, puedes elegir jugar con él.
¡Corre bajo la lluvia si así lo deseas! El resfriado valdrá la pena si en tu memoria queda ese hermoso recuerdo.
¡Juega con arena, ríe, sueña sin importar cuán imposible parezca! ¡Ensúciate!
¡VIVE!

Siempre veremos el típico caso del joven frustrado, porque odia su carrera, pero su padre quería tener un hijo ingeniero. También está la chica que sueña con ser cantante y se cohíbe al pensar demasiado en lo que los demás esperan de ella.

Si unos zapatos te incomodan y te lastiman, bótalos. Aunque el planeta entero, te diga que te quedan preciosos, sólo tú sabes lo fatal que es llevarlos puestos.

No permitas que el miedo a fracasar, te maneje.
No permitas que la sociedad reprima tus sueños, deseos y planes; ellos no van a sentir contigo la infelicidad de haber dejado ir una oportunidad.
Es tu vida, tu felicidad, por lo tanto, depende de tí.

No te vayas de este mundo, sin antes haber reído, llorado, amado, sufrido, triunfado o fracasado intensamente.
«No te vayas de este mundo, sin antes haber vivido».