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Qué loco como esto comenzó siendo un blog de optimismo, esperanza, ánimo, y terminó convirtiéndose en mi diario de inconformidades. Voy con lo mío:
Hace más de un año decidí cambiar el rumbo de mi vida; hace casi un año emprendí el viaje a mi nuevo mundo. Me desprendí con gran dolor de mi vida, mi rutina, mis manías, los seres que amo, los aromas y sabores con los que crecí, la calidez de mi gente (que no existe en otro lugar, no hay comparación alguna), lamentablemente ya hasta mi hablar se ha acoplado a este país, dejando a un lado lo que llevo en la sangre, y es que se me hizo inevitable, pero sí, es decepcionante incluso para mí.
Bien, me gusta este sitio, es un lugar hermoso, seguro… pero es otro lugar. Lo bueno es que en estas circunstancias nos damos cuenta de quienes son las personas que realmente nos han tenido presente en su vida. No podría contar la cantidad de personas que me eliminaron de su lista mental de “amigos”, así como hay otras que me han hecho saber y sentir que ciertamente las palabras lindas que alguna vez me dijeron, fueron sinceras. Para mi vergüenza, también le di la espalda a quien siempre estuvo conmigo y jamás pensó que actuaría tan perramente. Son cosas que pasan… Cada quien tiene sus maneras egoístas de abrir las alas.
Recuerdo mis últimos días en Venezuela como si solo hubiera transcurrido una semana o menos. Recuerdo que seguía siendo una nena consentida y malcriada, algo así como el espíritu de María Antonieta venezolana (o sea, un pelo mas pobre, jaja). Las risas, los bailes, las lágrimas de mis amigos, las mías.
No terminé de asimilar por completo la situación sino hasta el momento en el que me vi en el aeropuerto, cuando anunciaron mi vuelo y mi corazón comenzó a latir velozmente, golpeándome el pecho como quien quiere ser liberado. Una bola gigante de recuerdos, canciones, fechas, rostros y voces, se me atoró en la garganta quitándome el habla y por poco la respiración, pero ya estaba ahí, bajando esa rampa que me llevaba a la puerta de un avión, mientras mi papá, con ojos llorosos e intentando ser fuerte por los dos, me decía palabras alentadoras a mi derecha, y yo solo quería llorar abrazada a él como una nena sin consuelo, y no irme nunca… Ahora estoy aquí, siendo una mujer con otras responsabilidades, armando bloque a bloque una vida totalmente distinta y esforzándome por encontrar un poco de normalidad en lo que aún me resulta ajeno. Por suerte, la vida me ama y me ha presentado a mi nuevo ángel guardián.
He tomado este golpe (que yo misma decidí provocarme) como lo que siempre fue: una gran oportunidad. La oportunidad de estudiar lo que quise desde el inicio, de madurar, de ser una mujer diferente, de comenzar a hacer las cosas bien... Y la verdad es que la satisfacción de saberme una guerrera decidida, tiene más peso ahora.
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