martes, 18 de noviembre de 2014

¡¡¡Paren el mundo, que me quiero bajar!!!



No sé por donde comenzar...

Tenía ya algún tiempo sin escribir de nuevo en el blog, pues la verdad no es que me hayan sucedido muchas cosas buenas y motivadoras estos últimos meses como para querer compartirlas con ustedes; en lugar de escribir cada semana artículos relacionados a cuanto odio al mundo, preferí sencillamente dejar de escribir. El detalle está en que hoy me entraron unas ganas incontrolables de hacerles saber lo mucho que me desagradan... Sí, me enferma la gente y sus asquerosas actitudes.

Este año ha sido una locura de principio a fin (sí, ya sé que dije lo mismo hace exactamente un año, pero es que mi vida es una auténtica caja de sorpresas y parece que cada año supera al pasado).

Fui amada y respetada por personas que no me pasaron antes por la mente, fui traicionada y herida por seres que... en serio, JAMÁS en mi vida imaginé que actuarían de esa manera, conocí a una persona que hasta ahora solo ha demostrado querer lo mejor para mí y que en los mejores y peores momentos de este año ha permanecido conmigo incondicionalmente, ya sea celebrando o llorando juntos, también sigo teniendo a «mi ángel guardián», que ha sido testigo de mis más sinceras carcajadas y lágrimas. Estoy realmente agradecida por ser parte de la vida de estas dos personas que no son familia, pero han llegado a ser sumamente importantes.
Por otra parte, desconocí gente que creí conocer.

Muchas personas sacarán a relucir mis errores en modo de reclamo por decir que «me desagrada la gente», ¡y tienen razón! Cuando digo esto, yo también voy incluida en ese combo.

Somos una inmensa familia de ratas en una montaña de basura, comiéndose unas a otras para poder sobrevivir.
¿Es necesario ser así? ¿Por qué no podemos simplemente pensar en surgir juntos? ¿En desear fervientemente que un desconocido sea tan próspero como deseo serlo yo mismo?

Me asombra ver que hay cada vez más miserables que intentan salvar su «intachable reputación» pasando por encima de otros.
Me asombra haber tenido años de amistad con gente que en este preciso instante me da asco.
Me asombra haber malgastado varios años de mi vida junto a un completo desconocido, sin tener idea de su enferma mente repleta de malas intenciones y mentiras.
Me asombra como la gente utiliza a los demás para satisfacer sus necesidades y deseos, quitándole brillo a su luz.
Me asombra que gracias a bestias con traje y corbata, actualmente los sentimientos son solo cenizas que un día fueron llamaradas de pasión por la vida, y hoy las victimas solo son máscaras de yeso que fingen ser felices, sin poder tan solo recordar lo que se sentía antes del corazón roto, por lo que van desgarrando con sus pedazos sueltos.
Me asombra la falta de humanidad en los humanos, pero sobre todo me asombra el seguirme asombrando.

miércoles, 25 de junio de 2014

¡Me siento tan viva!


Para comenzar, necesito decir que hoy me siento tan humana como nunca antes me había sentido.
Ocurren diversas situaciones que no llamaré «problemas», por la única razón de que luego de este huracán, que dejó hecho trizas mi interior, sé que seré más fuerte.

Hoy creo que finalmente he sentido las sensaciones «básicas» de todo ser humano.

Confieso que anteriormente era como una especie evolucionada con expresiones y sentimientos muy ocultos y empolvados que no habían salido a relucir, cual robot programado. Ahora sí me siento humana, siento dolor, y el dolor me ha hecho sentir viva, y está bien. Todos tenemos que pasar por momentos así, que duelen como si algo se desprendiese de nuestra alma.

Hablando un poco acerca del dolor más escuchado: El desamor.
Absolutamente todo ser humano pasa por esto; yo creí estar exenta, pero siempre llega. Es terrible, es doloroso, es desesperante, pero es normal, y créanme que algún día será solo un recuerdo.

El olvido es cosa de decisión. Creo que mientras más tardemos en decidir arrancarnos de la mente a esa persona, más extensa será la agonía.
Durante este proceso mantenemos la esperanza de que todo termine siendo como deseamos en un principio, y es por eso que no decidimos tempranamente deshacernos de ese sentimiento; sencillamente «no queremos» olvidarnos de él/ella.

Mi consejo es «tomar una decisión» y mantenerse firme en ella, va a doler, las lágrimas van a correr quizás por días, semanas o meses, pero todo va a pasar, todo va a estar bien.

Aprendamos de las águilas, que aprovechan la tormenta para volar más alto.

La vida es una montaña rusa, con altos y bajos repentinos... constantemente; sólo ten presente en todo momento que aunque desees morir para no seguir sintiendo esa terrible sensación, no es el fin. Vendrán cosas nuevas y mejores.

Aquí les dejo un escrito propicio para el artículo:

       «La pasión hace que uno deje de comer, de dormir, de trabajar, de estar en paz. Mucha gente se asusta porque, cuando aparece, derrumba todas las cosas viejas que encuentra.
    Nadie quiere desorganizar su mundo. Por eso, mucha gente consigue controlar esta amenaza, y es capaz de mantener un pie en una casa o una estructura que ya está podrida. Son los ingenieros de las cosas superadas.
    Otra gente piensa exactamente lo contrario: se entrega sin pensar, esperando encontrar en la pasión las soluciones para todos sus problemas. Descarga sobre la otra persona toda la responsabilidad por su felicidad y toda la culpa por su posible infelicidad. Está siempre eufórica porque algo maravilloso sucedió, o deprimida porque algo inesperado acabó destruyéndolo todo.
      Apartarse de la pasión, o entregarse ciegamente a ella, ¿cuál de las dos actitudes es la menos destructiva?
       No sé».

domingo, 22 de junio de 2014

Ella vale nueve canoas.

Esta es una historia que me llamó mucho la atención y realmente me gustó, de un libro llamado "La culpa es de la vaca PARA MUJERES." Sé que es un poco extenso y a muchos les dará pereza, por lo que no lo leerán, pero deberían. Tanto para mujeres como para hombres. Mujeres, no permitan que nadie les coloque valor alguno, porque no es posible calcularlo, a pesar de lo que hagan o sean, ¡son realmente valiosas y hermosas! Hombres, valoren a las mujeres que los rodean (novia, esposa, amigas, MAMÁ...) y háganlas sentir ese gran valor.
Aquí va:

Dos marineros amigos, Jacques y Henri, trabajaban en un buque carguero por el mundo, y andaban todo el tiempo juntos. Cada vez que llegaban a un puerto, bajaban a tierra a beber y a conquistar chicas. Un día arribaron a una isla del Pacífico, en la Polinesia Francesa, desembarcaron y fueron al pueblo a divertirse.
En el camino se encontraron con una muchacha que estaba lavando ropa en un pequeño arroyo. Jacques se detiene a conversar con ella. Le hace preguntas sobre la isla, sobre las costumbres de la gente, se interesa en saber más de ella como persona, lo que quiere hacer en la vida, lo que piensan sus padres de los forasteros y muchas otras curiosidades de ese tenor.
La chica lo escucha con atención y va respondiendo con firmeza e inteligencia, y hasta con cierta timidez, las inquietudes de Jacques. La charla dura un largo rato.
Henri se queda al margen de la conversación, pero al notar que esa mujer no es nada del otro mundo, le dice a su amigo que no pierda el tiempo, que debe haber chicas más bellas en el pueblo. Sin embargo, el otro insiste en continuar el diálogo y así se va casi toda la tarde en esa entrevista. La mujer ha aceptado la charla de Jacques sin dejar de hacer sus tareas de la ropa hasta que, finalmente, le dice al marinero que las tradiciones del lugar le impiden hablar demasiado tiempo con un hombre, salvo que este manifieste la intención de casarse con ella. Dado el caso, entonces debe hablar primero con su padre, quien es el jefe o patriarca del pueblo.
Jacques acepta y le dice:
-Está bien. Llévame ante tu padre. Si es así, ¡quiero casarme contigo!

El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer y le dice a Jacques:
-¿Por qué te metes en problemas? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para qué tomar una decisión tan precipitada?
-No es una broma, Henri. Me ha interesado mucho esta muchacha, es inteligente y fina; me quiero casar con ella. Espero ver a su padre para pedir su mano.

Y sin escuchar a su amigo, Jacques siguió a la mujer al encuentro con el patriarca de la aldea. El marinero le expone ampliamente sus deseos, mientras el jefe de la tribu lo escucha con cuidado. Enseguida le manifiesta que en esa aldea la costumbre era pagar un dote por la mujer elegida para casarse. Le dice que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las cualidades de cada una de ellas: por las más hermosas y más jovenes se debían pagar nueve canoas, y como él tenía otras hijas no tan hermosas y jóvenes, pero excelentes cuidando los niños y cocinando, esas valían siete canoas; y así iban disminuyendo el valor de la dote de acuerdo con los atributos de cada una.
El marino le explica que había elegido a la chica que vio lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice qye esa hija, por no ser de las más agraciadas, le valdría sólo tres canoas.
-Está bien- respondió Jacques -, me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve canoas.

El padre de la mujer, al escucharlo, le dijo:
-Usted no entiende. La mujer que eligió cuesta tres canoas, mis otras hijas, más jóvenes y bellas, cuestan nueve canoas.
-Entiendo muy bien- respondió nuevamente Jacques -. Me quedo con la chica que elegí, pero pago por ella las nueve canoas.

Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un chiflado, aceptó y de inmediato comenzaron los preparativos para la boda lo antes posible. Henri no lo podía creer y pensó que Jacques había enloquecido de repente, que se había enfermado de algo, o que se había contagiado de un raro delirio tropical. Pero finalmente, el hombre se casó con la mujer nativa, su amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente Henri partió en el barco, dejando en esa isla a su compañero de toda la vida.

El tiempo pasó y Henri siempre se preguntaba por la suerte de su amigo en aquella isla lejana. Hasta que un día, años después, el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde se había despedido de él. Ansioso por saber qué le había sucedido, saltó al muelle y comenzó a caminar hacia el pueblo.

En el camino se cruzó con un grupo de gente que venía marchando por la playa, llevando en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima y muy bien ataviada. Todos entonaban canciones, obsequiaban flores a la mujer y ésta los retribuía con pétalos y guirnaldas. Henri creyó que estaban en fiestas, pasó de largo y prosiguió en busca de su amigo.
Cuando se encontró con Jacques se abrazaron como lo hacen dos buenos amigos que no se ven durante mucho tiempo. El marinero no paraba de preguntar: ¿Y cómo estás? ¿Te acostumbraste a vivir aquí? ¿Te gusta esta vida? ¿No quieres volver? Finalmente, se atrevió a preguntarle: -¿Y cómo está tu esposa?
Al escucharlo, su amigo Jacques le respondió:
-Muy bien, espléndida. Es más, creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que festeja su cumpleaños.

Henri, al recordar a la mujer poco agraciada que años atrás habían encontrado, le preguntó si se habían separado y tenía una nueva esposa más bella.
-No. Es la misma muchacha que encontramos lavando ropa años atrás.
-¡Pero cómo! La que vi en la playa es muchísimo más hermosa, femenina y agradable, ¿cómo puede ser?- preguntó el marinero.
-Muy sencillo- respondió Jacques -: me pidieron de dote tres canoas por ella, y ella misma creía que valía sólo tres canoas. Pero yo pagué por ella más canoas, la traté y la consideré siempre como una mujer de nueve canoas. La amé y la amo como a alguien de esa valía y ella se ha transformado en una mujer de nueve canoas.

domingo, 15 de junio de 2014

Opciones: nulas.


Todos en ciertos momentos de nuestra existencia, sentimos que somos solo eso: «existencia», porque lo miserable de nuestro andar no puede ser considerado «vida».

Siempre habrá uno o varios momentos en los que queramos tirar la toalla y dejarlo todo a un lado, rendirnos. Pensamos que es más fácil dejarse llevar por la depresión, y que ésta nos arrastre hacia y hasta donde le venga en gana; después de todo, luego de tocar fondo, no puedes caer más bajo ¿no?

Conozco muy bien esa sensación, la he sentido... La estoy sintiendo.

¿Los malos escenarios logran opacar las buenas circunstancias que se te han presentado?
A ver... Cuando desde el inicio de tu creación hubo problemas por esa razón, sabes que «las situaciones buenas» no serán gran cosa; aunque siempre habrá gente que haga tu camino más llevadero y soportable, TU VIDA sigue siendo un completo desastre que no tienes la más diminuta e insignificante idea de como llevarlo al orden, o al menos a la decencia.

Necesito entenderme, reconocer que siento, que necesito, que debo buscar. Todo esto es tan absurdo.

¡Da igual! Lo único que sé claramente es que rendirse no es una opción.

Es como una de esas películas impredecibles, no sabemos que va a suceder en dos minutos, y aunque no quisiera seguir viendo este film, ya no voy a dejarlo a medias... Veamos que pasa luego.

domingo, 20 de abril de 2014

En la gama, un oscuro color.


En algún momento de nuestras vidas, tarde o temprano, comenzamos a experimentar circunstancias y sentimientos que ni siquiera habíamos imaginado.
Casi siempre creemos estar a salvo de las desgracias que vemos vivir a otros; es cierto, no siempre nos sucede lo mismo que a otros, a veces nos suceden cosas peores o no tan graves. En fin...

Ahora empiezo a entender la razón por la que nos enfermamos mentalmente, llenándonos de odio y dañando solo nuestro interior.
Empiezo a experimentar lo que significa crecer, ser adulto, y duele... Duele ver como pierdo amores y amigos; se van de la misma forma que llegaron, de manera fugaz.

Realmente a nadie le importa si sufres en silencio, es muy fácil engañarlos a todos con una sonrisa falsa.

Sabes que estás creciendo, en el momento en el que descubres que aún tú mismo te das asco y lástima.

Entiendes que dejaste de ser niño, cuando las responsabilidades de tus (antes llamadas) travesuras, ya no son competencia de mamá. Ahora son mucho más que simplezas como partir un vidrio, jugar en el patio del vecino y cosas parecidas, y pesan sobre tus propios hombros.

En esos momentos ves, pero no miras, oyes, pero no escuchas. Da igual lo que ocurra a tu alrededor, tu solo estás «viviendo sin vivir».

Ahora extrañamos esas pequeñas cosas de las que nos quejabamos de pequeños, ¡ojalá ese fuera el problema!

Necesitamos recuperar al niño que una vez fuimos, ese niño que solo quería crecer, salir y ser independiente, ahora quiere volver a dibujar, dormir y que todo sea exactamente como solía ser.

miércoles, 16 de abril de 2014

Sí puedes dar certeza.


La mente de cada persona es un mundo en el que ésta viqueve historias maravillosas de aventura, romance, adrenalina y cualquier cantidad de escenários; sin embargo, lo que pensamos puede también jugarnos en contra.

El ser humano debería considerar preocuparse más por cuidar «qué está pensando» a tratar de entender o saber «qué están pensando los demás».
No hay algo peor que tus propias limitaciones.

Cuando vemos grandes logros en determinada persona, es porque ese individuo soñó, luchó, sufrió y no perdió el norte.

Si eres de los que dice: «No pienso en familia, porque quizá en mi relación alguno de los dos tenga problemas de esterilidad; no puedo dar certeza de nada. Tampoco pienso que mi actual pareja, será mi esposo/a, porque es posible que en algún momento terminemos; no puedo dar certeza de nada»; dejame decirte que si no logras grandes cosas, será porque «TÚ» no quieres.

¿Acaso Platón pensó así?
Estoy segura de que si él hubiese pensado: «No diré nada, porque nadie me dará importancia y me tildarán de loco. No puedo dar certeza de nada, mejor soy una persona más del bulto que conforma el mundo»; no habría sido un filósofo reconocido que quedó para la historia.

Cada persona exitosa, reconocida mundialmente o no, obtuvo lo que quería porque lo visualizó, lo soñó, se lo planteó y lo llevó a cabo, a pesar de que muchísimas personas le dijeran que estaba loco y no lo lograría.

Si te convences de que «no puedes dar certeza de nada» , desde ya te estás condenando a no llegar lejos.

Está bien tener los pies sobre la tierra y ser realista, pero la realidad es que «nada es imposible», todo lo que quieras, lo puedes lograr.
Es muy importante soñar, desear cosas difíciles.
Todos necesitamos creer que algo extraordinario (fuera de lo ordinario/común, no quiere decir que sea bueno) va a sucedernos.
Es fatal vivir sin planes a futuro, ¡qué aburrido!
Mejor dicho, la gente que vive de esa manera, ¿para qué vive?

No debes permitirte el daño de autolimitarte.

Si Beethoven pudo ser grande en la música, tu también puedes ser grande en lo que desees; él no tenía poderes, ni padrinos mágicos, solo creyó en sí mismo, en que podía hacerlo y lo logró.

¿Que eres demasiado joven? ¡Genial! Hay fuerza, tiempo y energía en tí, podrás llevar a cabo «cualquier plan».
¿Que tienes hijos? ¡Maravilloso! Puedes enseñarles desde pequeños a luchar por lo que quieren y creen, por muy difícil que parezca.
¿Que eres mayor? ¡No hay problema! También mereces tener esperanzas y sueños, esas cosas provocarán una alegría enorme.

¡Ánimo! Siempre es un buen momento para comenzar.

martes, 8 de abril de 2014

No mueras sin vivir.


No siempre se aprenden lecciones de la manera más sana y menos dolorosa, y es que hay personas que nacimos siendo tercas y moriremos así. Es como si nos encantara meternos en problemas; en realidad, es que decidimos vivir de acuerdo a «experiencias propias», aunque nos adviertan miles de veces. Solo tenemos la necesidad de explorar el mundo, sentir, palpar...
No importa cuantas veces nos digan que es peligroso o lo que sea; parece que mientras más se nos advierte, nos entran más ganas de descubrir «qué pasaría si...».

Debo reconocerlo, soy de esas personas que se sienten increíblemente atraídas por lo prohibido.

Entiendo que hay cosas con las que se debe ser cuidadoso, pero también tengo muy claro que la vida es sumamente corta como para vivirla por vivir, según las experiencias y advertencias de los que fracasaron al hacer tal cosa.

Hay gente que vive de restricciones, se autolimitan; gente que camina diariamente dentro de lo rutinario, como muertos andantes, sin darse cuenta de que están desperdiciando miles de momentos, encuentros... ¡Gran parte de su vida!

Si resbalas y caes en el lodo, puedes elegir jugar con él.
¡Corre bajo la lluvia si así lo deseas! El resfriado valdrá la pena si en tu memoria queda ese hermoso recuerdo.
¡Juega con arena, ríe, sueña sin importar cuán imposible parezca! ¡Ensúciate!
¡VIVE!

Siempre veremos el típico caso del joven frustrado, porque odia su carrera, pero su padre quería tener un hijo ingeniero. También está la chica que sueña con ser cantante y se cohíbe al pensar demasiado en lo que los demás esperan de ella.

Si unos zapatos te incomodan y te lastiman, bótalos. Aunque el planeta entero, te diga que te quedan preciosos, sólo tú sabes lo fatal que es llevarlos puestos.

No permitas que el miedo a fracasar, te maneje.
No permitas que la sociedad reprima tus sueños, deseos y planes; ellos no van a sentir contigo la infelicidad de haber dejado ir una oportunidad.
Es tu vida, tu felicidad, por lo tanto, depende de tí.

No te vayas de este mundo, sin antes haber reído, llorado, amado, sufrido, triunfado o fracasado intensamente.
«No te vayas de este mundo, sin antes haber vivido».

domingo, 6 de abril de 2014

El amor es ausencia.



Dicen que amar y ser amado es hermoso, mágico y miles de cosas más en un solo sentimiento.

He escuchado que el amor es fiel, todo lo perdona, todo lo soporta...
También he escuchado que el amor no es un sentimiento, es una decisión tomada con madurez y para toda la vida (el matrimonio), que el amor nunca deja de ser... ¡En fin! Llegué a la conclusión de que «el amor es ausencia».

Cuando se habla de que el amor es fiel, no se tiene en cuenta que según la psicología, nadie es fiel, por eso de los sueños inconfesables y más; y sí, es decepcionante saberlo.

«El amor todo lo soporta».
¡Claro! Soportaría de manera gustoza los maltratos físicos, psíquicos o verbales que me ofrece mi novio/esposo. Todo por amor, ¿no?
Increíblemente, hay personas (mujeres y hombres) que son víctimas de estos hechos y sí, lo soportan. No quiero decir que lo hagan por amor... Creo que lo hacen por un problema de codependencia, autoestima o simple costumbre.

El enamoramiento es esa fase en la que una pareja siente la pasión casi incontrolable de querer estar juntos por el resto de sus vidas y amarse por encima de cualquier circunstancia.
Luego vemos que al pasar de los meses, a veces años, no es la misma emoción que sentían al comienzo de la relación, esa pasión que antes existía, ha menguado.

La versión a la que otorgo mayor credibilidad, sobre el amor, es esa: «El amor es ausencia».

Un gran amigo me dijo un día: «El verdadero amor es aquel que no es correspondido». Luego de pensarlo mucho, leer esa frase en mi mente una y otra vez, me di cuenta de que, irónicamente, tiene cierto grado de veracidad.

Deseamos, anhelamos y daríamos lo que fuera con tal de tener aquello que solo nos brinda su ausencia. Llámenlo capricho, amor o como sea, todo lleva a lo mismo; estamos enamorados de eso -u obsesionados-.
Cuando algo se nos muestra inalcanzable, más nos aferramos al deseo de poseerlo, cuando lo obtenemos, ya no le atribuímos mayor importancia, precisamente porque es nuestro; pero aquello que no tenemos, es justo lo que deseamos y mientras no esté a nuestro alcance, seguiremos amarrados a él.

Cuando en la pareja, la etapa de esa hermosa ilusión pasa, se acostumbran a estar juntos y dejan los detalles del comienzo a un lado, pero cuando ocurre la ruptura, vemos que sufren por la ausencia del otro.

Quizá en eso se basa el famoso enigma.

El amor es un vacío, un «nada, ausencia». Quizá es mucho más simple: no existe.

viernes, 4 de abril de 2014

Dejar ir lo debido.

 Es imposible retroceder el tiempo, todos lo sabemos; sin embargo, nos lamentamos día a día por haber tomado una decisión errónea que nos marcó y trajo consigo secuelas que no desaparecerán tan pronto, pero entendiendo que la vida no se detiene por nadie, ¿por qué se insiste en ocupar tiempo y energía en un hecho que ya no se puede modificar?
Tuvo sus causas y sus consecuencias, ¡bien! ¿Qué se pretende hacer? ¿Pensar día y noche en lo que pudo haber sido si la elección hubiese sido otra?
 La mejor decisión en ese caso sería dejar ir las cosas viejas y ocuparse por lo que está ocurriendo, no por lo que ocurrió, ni por lo que va a ocurrir.

Cada día trae su propio afán; cada día está formado por pequeñas y/o grandes decisiones.

Tomar agua, por ejemplo, es una decisión.
Si me levanto a tomar agua, puedo resbalar, caer y fracturarme un hueso, pero también puede que sencillamente me sirva un vaso de agua.
Si no me levanto a tomar agua, tendré la desesperante sensación de sed, podría deshidratarme y terminar en un hospital con agujas en el cuerpo.
El punto es que «debo tomar una decisión».
Ahora, imaginemos que elijo ir a servirme un vaso de agua y el resultado sea el primer escenario. No puedo quedarme todo un mes llorando y recordando que no debí haberme levantado, porque... ¡ya pasó! Es un hecho que no puedo modificar, la fractura está ahí. Solo queda esperar el tiempo necesario para estar completamente sana y cuidar por donde camino. De la misma manera ocurre con los grandes problemas que nos quitan el sueño. Si te equivocas, solo queda sacudirte, levantarte y continuar. De eso se trata, de «VIVIR».

Es maravilloso cuando los que aprecian al protagonista del tema, se preocupan y buscan ayudar; muchas veces esa ayuda consiste en un llamado a la reflexión que mantenga sus pies sobre la tierra. La parte no tan agradable es en la que el entorno solo sabe recordarle su error en modo de reproche. Aprendes a vivir con el pasado de tu compañero o te apartas de él, no seas un elemento destructivo que impida su avance emocional.

Siempre existe el deseo de estar de nuevo en ese momento y decidir correctamente, es totalmente normal, pero procura que tu vida no se base en un constante «Si hubiese sido de otra manera...», porque el «hubiese» no es válido, no pasó de ese modo y punto.

Alguien me enseñó que lo único que no tiene solución, es la muerte. ¡Ciertamente!